El término osteopatía está cada vez más presente en las conversaciones que tienen que ver con dolencias físicas. Sin embargo, es muy posible, que muchas personas no tengan claro de qué se trata. De hecho, en muchas ocasiones, se confunde con la fisioterapia. Aquí te vamos a explicar qué es la osteopatía y para qué está recomendada.
Un poco de historia
El origen de la osteopatía lo encontramos en el año 1874 de la mano del Dr. Andrew Taylor Still. Parece ser que lo que le impulsó a hacer sus investigaciones fue la muerte de sus tres hijos 10 años antes a causa de una meningitis. El doctor Taylor entendía que la función orgánica estaba condicionada y relacionada con la estructura ósea. Por este motivo el observó que cualquier alteración a nivel musculoesquelético podría conllevar a un problema orgánico.

Andrew Taylor Still
¿En qué consiste?
La osteopatía tiene una visión holística del cuerpo humano. Entiende que todos sus órganos y estructuras están conectados y forman un todo. Desde esta perspectiva, los tratamientos osteopáticos se dirigen a aliviar las dolencias procurando recuperar el equilibrio de todo el cuerpo.
Dentro de la fisioterapia también se incorporan ciertas técnicas de osteopatía. Por ejemplo, para tratar el dolor, el fisioterapeuta aplicará frio, calor, ejercicio terapéutico, luz, agua, electricidad o masaje manual. Por este motivo se suele decir que la osteopatía complementa y apoya los resultados de la fisioterapia.

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Tipos de osteopatía
En función de la parte del cuerpo que sea necesario tratar existen tres tipos de osteopatía:
Osteopatía estructural: está indicada para trabajar las restricciones de movilidad del aparato musculoesquelético y de la postura poniendo atención en la columna vertebral.
Osteopatía craneal: trabaja la correcta movilidad de los huesos craneales influenciando así el sistema nervioso.
Osteopatía visceral: se enfoca en equilibrar los órganos y vísceras para que la circulación sanguínea se normalice mejorando la movilidad propia de las vísceras.
¿En qué casos está indicada?
Son muchas las dolencias que se pueden tratar con esta técnica:
Patologías digestivas: Gastritis, estreñimiento, colon irritable, hernia de hiato, etc
Problemas musculoesqueléticos y osteoarticulares: contracturas, esquinces, tendinitis, radiculopatías, etc
Trastornos respiratorios: resfriados, sinusitis, asma, bronquitis, etc
Alteraciones genitourinarias: menopausia, incontinencia, dolor menstrual, etc
Dolores en el embarazo: ciáticas, lumbalgias, pubalgias, etc
Trastornos neuronales: migrañas tensionales, neuralgia trigeminal, etc
Pediatría: se utiliza con mucho éxito para cólicos del lactante y en otitis media infantil.
¿Tiene contraindicaciones?
El terapeuta deberá de tener en cuenta el estado general del paciente antes de llevar a cabo el tratamiento. Las personas que tengan patologías tumorales, reumáticas, vasculares o inflamatorias no podrán beneficiarse de esta herramienta ya que su organismo está debilitado en gran medida. Tampoco sería recomendable la manipulación en caso de cirugías recientes, prótesis o marcapasos. Los pacientes con trastornos psiquiátricos o neurológicos deberían abstenerse también.

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Excepto en los casos anteriormente citados, las complicaciones son muy raras y casi no existen efectos secundarios, siempre que la técnica se lleve a cabo por un buen profesional.
La osteopatía, ligada a hábitos de vida saludables, es una estupenda herramienta que nos sirve de apoyo para una vida más feliz y plena.
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