Durante las fechas navideñas estamos acostumbrados a salir de la rutina habitual sin darnos cuenta. Compras, compromisos, más trabajo y poco tiempo para reflexionar. La Navidad es un momento que, debido a nuestro manera de vivir. nos obliga a acelerar aún más. Esta incremento de la velocidad nos desconecta de nosotros mismos. Lo que en principio podrían ser días para descansar y aminorar la marcha, al final se convierten en todo lo contrario. Con un poco de reflexión al respecto podríamos hacer que estas fechas fueran un buen momento de introspección y claridad interior.
La Navidad idílica
Todos tenemos en mente imágenes ideales en torno a la Navidad. Comidas deliciosas con niños sonrientes. Amor y paz a raudales en todas las familias. Sin embargo, la realidad es bien distinta. En estas fechas lo que más encontramos es consumismo, discusiones familiares, soledad y problemas derivados del exceso de comida y bebida.
Si de forma habitual nuestra sociedad se caracteriza por un exceso de consumo, en Navidad alcanzamos límites totalmente exagerados. Aún así, la mayoría de la gente se queja por este motivo. Sin embargo, pocas personas se atreven a detener esta costumbre que cada año crece y crece. Más comida, más regalos, más diversión…
Nuestro planeta y los recursos que nos proporciona no son ilimitados. Es imposible que sigamos consumiendo al ritmo que lo hacemos y no paguemos las consecuencias. La Navidad puede ser un momento para reflexionar acerca de la necesidad de estos excesos. Tanto los árboles de Navidad que son cortados y luego tirados a la calle, como los animales que están implicados en tan opulentas cenas quizá no serían imprescindibles.
Feliz Navidad
La felicidad nada tiene que ver con un momento determinado en el año. La felicidad se siente independientemente de lo que esté sucediendo afuera. Fruto de la desconexión con lo que realmente somos, confundimos felicidad con la euforia mediática. Nos vemos obligados a sentirnos tan felices como parece que deberíamos ser en estas fechas y si no lo sentimos así parece que somos raros. ¡Cuánta gente desearía poder vivir estas fechas de manera auténtica!
La soledad
Son muchas las personas que de forma habitual se siente solas. La Navidad amplifica el sentimiento de soledad al dar por sentado que todo el mundo disfruta de compañía. Sin embargo, la realidad nos muestra que muchas de estas reuniones son motivo de desencuentros que no hacen tan agradable la compañía anhelada.
Hacía una mayor consciencia
Gracias al gran movimiento de conciencia que se está desplegando en todo el planeta, cada vez son más las personas que aprovechan la Navidad para aminorar la marcha. Otra forma de vivir la Navidad es posible. No hace falta renunciar a las tradiciones que ponen la guinda a la vida. Sin embargo, urge una vuelta a hacer las cosas de una forma más lenta y tranquila. Algo tan simple como poner un poco de atención a lo que hacemos en cada momento puede hacer que estas fechas se vivan de manera más armoniosa.
La Navidad vivida con verdadera consciencia se puede transformar en un momento de encuentro y conexión con los demás y con uno mismo.
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