Todos somos conscientes de que pasar tiempo en la naturaleza nos afecta positivamente. Cuando pasamos un día de campo, o simplemente unas horas, nuestro estado físico y emocional mejora notablemente. Es muy habitual decir que «hemos cargado las pilas». Incluso parece que la comida sabe mejor que en casa. ¿Sabes por qué sucede esto? Aquí te lo vamos a contar.
La electricidad del aire
Ya en el año 1910, Albert Einstein pudo entender que las propiedades curativas del aire de la montaña de Davos tenían que ver con la electricidad del aire. Los iones positivos y negativos existen de forma natural en el aire que respiramos. Cuando la atmósfera está equilibrada, la proporción de estos iones es de uno positivo por uno negativo.
En las ciudades, debido a la contaminación los iones negativos son destruidos. Este efecto es reforzado por la presencia de aparatos eléctricos, ordenadores y televisores. Así mismo, la falta de ventilación natural agudiza este fenómeno. Aunque todos nos vemos afectados cuando hay un exceso de iones positivos, según el Dr. Félix Gad Sulman, una cuarta parte de la humanidad es extremadamente sensible a estas situaciones y sus sistemas respiratorios, nerviosos y hormonales sufren las consecuencias.
En la naturaleza los iones negativos predominan gracias a todas las herramientas que esta tiene a su disposición. Las descargas eléctricas de las tormentas, los rayos ultravioletas, las cataratas y cascadas, las olas de mar, los gases y las sustancias radioactivas, las plantas o la fricción producida por el fluyo del aire, son algunos de los elementos que ocasionan esta abundancia de iones negativos.
Beneficios de los iones negativos
Los iones negativos son beneficiosos para las diferentes dolencias del sistema respiratorio. Las personas que sufran bronquitis, sinusitis, alergias, etc se verán muy favorecidas en ambientes donde exista abundancia de iones negativos. Así mismo, cuando frecuentamos la naturaleza sentiremos que estamos más relajados, nuestra tensión arterial se equilibra, los niveles de ansiedad disminuyen y, en general, todas nuestras funciones físicas y psicológicas mejoran su funcionamiento.
Los sonidos de la Tierra
Además de la abundancia de los iones negativos, los paseos en la naturaleza también nos benefician de otra manera. Según la sonidista, especializada en Bioacústica, Eva Julián, los sonidos que emite la tierra y los seres vivos que en ella habitan son altamente terapeúticos. Eva Julián lleva trabajando e investigando en la incidencia del sonido en los seres vivos desde el año 1985. Gracias a sus estudios y grabaciones ha podido ha podido comprobar que estos sonidos consiguen mantener el equilibrio vital de los seres vivos y reconducirlos a un estado de conciencia en armonía con la tierra y con el cosmos.
Su trabajo ha demostrado que nuestro equilibrio emocional, nuestra vitalidad y el mantenimiento de nuestro campo electromagnético necesitan «escuchar» los sonidos de la naturaleza para poder resonar de manera equilibrada con los cambios que en la tierra se produzcan.
Otra de los fenómenos interesantísimos que ha observado es que, aunque no seamos capaces de escucharlo, la naturaleza nos habla, en ocasiones a gritos en un afán de protegernos. Por ejemplo, la noche anterior al tsunami de Indonesia Eva Julián pudo grabar el gran aviso sonoro con el que la naturaleza estaba invitando a todos los seres de alrededor a despejar aquella zona. Podéis escucharlo aquí en los últimos dos minutos de esta conferencia, resulta realmente alucinante.
Como seres terrestres estamos conectados a la madre Tierra. No podemos olvidar nuestra necesidad de contacto con la naturaleza. Un paseo en silencio por un pasaje natural puede ser la mejor medicina.
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