Uno de los pilares de la buena salud es llevar una dieta adecuada. Aún así, además de qué comemos deberemos poner atención al cómo lo hacemos. La filosofía Slow Food -comida lenta- apuesta por una forma de alimentarnos más consciente y tranquila. También enfatiza en el consumo de alimentos de procedencia cercana y da importancia a la forma en que los cocinamos.

Origen de Slow Food

El movimiento Slow Food comenzó en Italia en el año 1986. Todo sucedió a raíz de la inauguración de un restaurante de comida rápida en Roma. Podríamos decir que se originó como una respuesta en contra a la proliferación de los restaurantes de comida rápida. Fue un grito a favor del placer de disfrutar de la comida sin prisa y el consumo de productos de origen local.

Pixabay/Domokus

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Con el tiempo, miles de personas se fueron uniendo, llegando a ser 130 países en los que se practica esta tendencia. De hecho, en el año 2004, la FAO reconoció el movimiento como organización sin ánimo de lucro y comenzó a colaborar con ellos.

Una opción más solidaria

Esta alternativa diferencia a los productores, comerciantes y gastrónomos que hacen el esfuerzo de distribuir los productos que se denominan «alimentos y platos del Arca», haciendo alusión al Arca de Noé. También se da mucha importancia a la conservación de la variedad tanto de plantas cultivadas como de animales para el consumo.

Una mirada hacia atrás

La verdad es que este movimiento no está inventando nada nuevo. Podríamos decir que se trata de volver a lo que antes se hacía de manera natural. Antiguamente, en la cocina se utilizaban los productos de temporada y que se producían en los alrededores. También se hacían las comidas a fuego lento y los alimentos no se fumigaban con pesticidas. Así mismo, se respetaban los ciclos de la naturaleza. Si a esto añadimos el hecho de que la familia se sentaba a la mesa de forma tranquila y sin mirar la televisión, nos daremos cuenta de la semejanza con la corriente Slow Food.

Pixabay/JamesDeMers

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Cómo practicar el Slow Food

Todos sabemos que nuestra salud física y psicológica se resiente al vivir en la sociedad de las prisas en la que estamos inmersos. Si eres de las muchas personas que están planteándose vivir a un ritmo más lento, esta llamada a una alimentación más consciente te interesará.

Vamos a ver algunas de las formas en las que puedes aplicar esta tendencia en tu día a día:

  • Intenta comer solo si tienes tiempo para comer despacio. El hecho de tener el estómago vacío un rato siempre será más beneficioso para el organismo que llenarlo a toda prisa de comida basura.
  • Reflexiona a menudo acerca de la procedencia del alimento que tienes en el plato. ¿Cuántos kilómetros ha viajado antes de llegar a mi? ¿Su producción ha supuesto sufrimiento o indignidad a personas o animales?
  • Pon atención a lo que vas a comer. Observa la textura, el olor y el color con tranquilidad.
  • Mastica lentamente y saborea cada bocado.

Comer tranquilamente y de manera consciente nos ayuda a llevar una vida más en calma. Nuestra mente y todo nuestro organismo nos agradecerán esta práctica.


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