Nuestro organismo necesita estar en equilibrio para conservar la salud. El sistema inmunológico es el encargado de que este equilibrio sea posible. Su principal función es asegurar que los microorganismos como bacterias, virus u hongos no sobrepasan los límites que se consideran saludables. La reflexología es una técnica que apoya el sistema de defensa de nuestro cuerpo.
El sistema inmunológico
Los glóbulos blancos son las células de nuestro cuerpo especializadas en inmunidad. Existen diferentes tipos de glóbulos blancos: neutrófilos, macrófagos, linfocítos B y T y células dendríticas que se producen en la médula ósea. Estas células del sistema inmunitario se encuentran en todo el organismo. No obstante, se concentran en mayor número en el bazo y en los ganglios linfáticos.
El sistema inmune es capaz de recordar y archivar la identidad de cada patógeno que pudiera desequilibrar nuestra salud. Gracias a esta memoria, cuando pasamos una enfermedad ya no volveremos a tenerla de nuevo.
Nuestro delicado sistema de defensa
Cualquier situación o tensión que vivimos repercute en nuestro cuerpo y también en la respuesta de nuestro sistema de defensa. Las situaciones de tensión, tristeza, miedo o ansiedad hacen que todo el organismo se desequilibre y lo acuse. Así mismo, otro tipo de factores como el paso del tiempo y el envejecimiento, la dieta inadecuada o la falta de luz solar harán que nuestra respuesta inmunitaria sea más débil y por lo tanto seamos más propensos a la enfermedad.
La reflexología como apoyo al sistema inmunitario
Todo el organismo es una unidad y por eso todas sus partes están conectadas. Nuestros sentidos transmiten la información al cerebro a través de la médula espinal. Según la reflexología muestra, todo nuestro cuerpo está reflejado en los pies. Cada órgano tiene su punto equivalente. Cuando estos puntos son estimulados se influye directamente en la parte del organismo a la que corresponden. El estímulo será el detonante para que, allí donde sea necesario, se recobre el equilibrio y la salud.
Esta técnica se aplica de forma manual presionando en diferentes zonas de los pies. Se puede considerar un masaje suave, aunque ligeramente intenso en algunos momentos. Después de una sesión de reflexología la sensación es de relajación física y mental. Solo esto ya es una gran ayuda para que nuestro cuerpo lleve a cabo su labor defensiva con facilidad. La reflexología también colabora en la eliminación de las toxinas y desechos de nuestro intestino, hígado, riñones, etc. Gracias a esa labor de desintoxicación dichos órganos funcionarán mejor. Otro efecto beneficioso de esta herramienta es la estimulación de la circulación linfática y sanguínea que contribuyen a que esos desechos sean expulsados con mayor facilidad.
La reflexología podal abraza todo nuestro organismo de forma suave y placentera a la vez que le apoya en su constante trabajo por la conservación de la salud.
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