Es muy posible que seas una de esas personas a las que, desde que eras muy joven, te han inculcado la creencia de que la pereza es algo negativo. De la misma manera, casi seguro que esta querida compañera te visita a menudo aunque te niegues a recibirla con los debidos honores. ¿Y si te dijera que la pereza puede ser un antídoto contra el estrés y contra muchos de los problemas de salud que tenemos hoy en día?
Hemos olvidado el gozo de vivir
En el inicio de nuestras vidas todos y todas teníamos el permiso para disfrutar de estar vivos. De hecho, esta capacidad viene incluida en el kit de vida de todo aquel que llega a la Tierra. Cualquier niño que no haya sido «educado» aún será capaz de disfrutar tanto haciendo como no haciendo. Cuándo somos niños sentimos que tenemos derecho a sentir una serie de emociones gozosas derivadas de nuestros actos y nos sentimos bien con ello.

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Sin embargo, según vamos cumpliendo años las cosas cambian para peor. Para poder encajar en la sociedad en la que hemos nacido debemos seguir ciertas normas que nos harán aceptables. En esto consiste eso que llamamos educación. En el desarrollo de esa educación vamos perdiendo nuestro yo más espontaneo y gozoso en aras de la aceptación. Con el paso del tiempo tendremos que recurrir a terapias que nos otorguen los permisos que se nos fueron negando…
Actividad continua para ser productivos
El modelo de vida que todos seguimos nos empuja a vivir sumidos en la actividad continua. Este continuo hacer comienza en la infancia cuando nuestros padres nos buscan más y más actividades para poder llenar nuestra agenda de acuerdo con la suya.
Los niños ya no tienen tiempo para aburrirse. Los adultos tampoco. Hemos perdido la sana costumbre de cultivar el arte de no hacer nada… Somos, más que nada, mano de obra que ha aprendido a tener su identidad en esa frenética actividad.

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La naturaleza nos enseña
Solo con un poco de observación podríamos ver la locura de nuestro proceder. En la naturaleza no existe nada que se pueda comparar a lo que hacemos los seres humanos. Tanto animales como plantas se deleitan en disfrutar de ese no hacer nada del que nosotros nos olvidamos.
¿Cuánto tiempo hace que no te sientas a no hacer nada? ¿Te has permitido «perder» el tiempo últimamente? Si no lo has hecho es muy posible que tu vida esté marcada por el estrés y que, si aún no ha sucedido, tu cuerpo comience a quejarse en algún momento.
Incluye a la pereza en tu día a día
Si quieres comenzar a disfrutar de la vida y evitar la larga lista de dolencias relacionadas con el estrés, incluye la pereza y el no hacer en tus hábitos de vida. Reservar cada día un rato para permitirnos no hacer nada y disfrutar con ello es una de las mejores maneras de mantenerse saludable.

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Son muchas las maneras de prevenir la enfermedad que no cuestan dinero. Una de ellas es saber parar y dar la bienvenida a la improductividad. Al principio puede que diez minutos de no hacer nada se te hagan largos. Sin embargo, con el tiempo, lo alargarás con placer porque habrás comprobado el bien que te hace.
Aunque lo hayamos olvidado la única razón de estar vivos es GOZAR DE LA VIDA. Para empezar a recordarlo solo hay que dar un paso.
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