La ansiada felicidad es una meta que todo ser humano aspira alcanzar. En cualquier cultura o tradición las personas buscan ser felices. Para alcanzar dicha meta no siempre es necesario que ocurra algo en el exterior. Ser felices depende, sobre todo, de pequeños gestos del día a día y de nuestra intención inquebrantable de serlo. Uno de esos hábitos diarios a evitar, si queremos ser felices, son las quejas. Cuando nos quejamos alejamos de nuestro horizonte muchos motivos para la felicidad. De hecho, las quejas nos obligan a observar la realidad de una manera pesimista haciendo que aquello de lo que nos quejamos se magnifique.
Vivir no es fácil ¿o sí?
Desde niños recibimos la creencia de que vivir no es fácil. Hemos de reconocer que, en ocasiones, las cosas se ponen «difíciles» y quejarse es muy humano. Sin embargo, la queja constante, convierte la vida en algo que no aceptamos y que se nos hace cuesta arriba. Una cosa es reconocer la dificultad de una situación en concreto y otra expresar una queja a cada paso que damos. Al final, la interpretación que damos a lo que sucede solo depende de nosotros. Además, si algo ya ha sucedido es absurdo no aceptarlo porque no va a dejar de existir. Abrazar lo que nos sucede es la mejor manera de dar un paso hacía la felicidad.
Autobservación
Si quieres dar un giro a tu vida y convertirte en una persona más feliz, lo primero que debes de hacer es autoobservarte. Quizá, de manera automática, las quejas se hayan convertido en tu respuesta a la mayoría de las situaciones. De esta manera, tu posición ante la vida es la de alguien que condiciona su felicidad a las circunstancias externas. La vida se convierte entonces en un intento de controlar que todo suceda como yo quiero. Si no es así, me quejo… Con esta actitud se sufre en buena medida y olvidamos la magia que la vida nos ofrece gracias a las sorpresas.
La decisión de ser feliz
El primer paso hacía una vida feliz es decidir que quieres serlo. Si abandonamos las quejas y decidimos poner atención en aquello que nos hace afortunados, la vida cambia. Cada día convivimos con infinitas razones para ser felices que pasamos por alto. Todas esas cosas son tan sencillas como importantes. Por ese motivo, cuando elegimos poner atención a aquello que sí nos gusta y desviar la atención de lo que no nos gusta, somos más felices. Además, es muy posible, que con el tiempo, podamos comprobar que aquello de lo que nos hubiéramos quejado es lo mejor que podría habernos ocurrido.
Si conseguimos vivir una vida más pausada y ponemos más atención a cada instante que vivimos podremos observar las maravillas que nos rodean. La queja está basada en los automatismos que desarrollamos al vivir a toda velocidad y que opacan la verdadera dicha. ¡Comienza a vivir una vida más consciente!
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