El pasado ya no está. Sin embargo, en muchas ocasiones llegamos al presente con marcas que provienen del pasado. A menudo, estas huellas que marcaron nuestra infancia, están íntimamente relacionadas en el discurrir de nuestra vida adulta. Aunque no recordemos qué pasó en nuestra niñez, las heridas del pasado de aquello que nos dolió nos acompañan pidiendo ser atendidas y sanadas.

Señales de alerta

De la misma manera que un accidente físico deja marcas en nuestro cuerpo, las heridas emocionales nos dejan cicatrices que podemos tomar como señales a observar que nos impiden una vida plena. Son muchas las personas que sufren ansiedad, trastornos de sueño o pensamientos obsesivos que muchas veces tienen su origen en la infancia. Estas manifestaciones de desequilibrio psíquico les impiden afrontar su día a día con la naturalidad que necesitarían.

En general, muchas de estas memorias son bloqueadas por la psique en un intento de hacer más manejable la realidad. Sin embargo, por mucho que se sofoquen, estas emociones influyen en nuestra vida a nivel inconsciente. De manera general. todos compartimos cinco heridas arquetípicas asociadas a experiencias dolorosas de nuestra infancia. Cualquiera de ellas dejarán su impronta en nuestra personalidad.

1. Abandono

Aquellas personas que se sintieron abandonadas en la infancia suelen tener problemas para manejar la soledad. Sus relaciones con otras personas están teñidas de inseguridad y recelo. Si el miedo es muy grande son capaces de abandonar primero con tal de no sufrir de nuevo.

2. Rechazo

El miedo al rechazo es una herida muy profunda. Esto es debido a que conlleva el rechazo a lo que interiormente somos. A partir de esta herida los niños crecen necesitando altas dosis de reconocimiento externo para intentar paliar el dolor que les produce sentir que no son dignos de ser amados por lo que son.

3. Humillación

La humillación tiene su origen en las críticas y la desaprobación hacía el niño. En general, las personas que padecen esta herida desarrollan una personalidad dependiente con necesidad de sentirse válidos y útiles. A menudo, estas personas llegan a olvidarse de sus propias necesidades.

4. Traición o miedo a confiar en el otro

Esta emoción surge en los niños que se han podido sentir traicionados por uno de sus padres. De manera general, podemos observar que este tipo de herida da origen a personas excesivamente controladoras que necesitan tenerlo todo bajo control.

5. Injusticia

El origen de está herida suele estar en progenitores que practican una educación muy autoritaria y tienden a ser rígidos y poco cálidos. Las consecuencias de sufrir esta herida suele ser que las personas se defienden mostrando también rigidez, tendencia al perfeccionismo exagerado e incapacidad para tomar decisiones de manera asertiva y segura.

Cualquier de estas cinco heridas arquetípicas pueden ser sanadas a través de diferentes herramientas. Las constelaciones familiares, por ejemplo, trabajan a diferentes niveles ayudando a la sanación de todos los miembros de la familia implicados.


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